Andrés Calamaro: El Regreso

La vida es una cárcel con las puertas abiertas A. Calamaro

"La vida es una cárcel con las puertas abiertas" A. Calamaro

Ha grabado más de 300 canciones. A los 8 años pidió un acordeón de regalo y luego golpeó con fuerza un tambor. Tuvo una banda que se llamó “El Chorizo Colorado Blues Band”. Tocó con Zeta Bossio y Ceratti antes de que éstos se conviertan en Soda Stereo. Fue tecladista de Charly García, quien fue productor de su primer disco y su gran enemigo por un asunto de chicas. Es un Dios en España y Argentina, y es dueño de una lengua compulsiva que no ha parado de escupir canciones bajo el influjo –o no– de la cocaína. Luego de 10 años, Andrés Calamaro regresa a Lima. (Crónica/Portada de Paul Alonso en la revista peruana Dedo Medio, septiembre, 2008).

Cuando aparecieron las 37 canciones que componen el álbum doble HONESTIDAD BRUTAL, se pudo confirmar que Andrés Calamaro era más que un rockero fashion muy argentino y protagonista en un par de bandas históricas—Los Abuelos de la Nada y Los Rodríguez. Trasnochado, prolífico y vital, Andrés Calamaro (Buenos Aires, 1957) no será recordado por parecerse a Bob Dylan—en el físico, en la voz, en la estética artística y mediática de un periodo de su carrera—, aunque fue su telonero en España en 1999. Tampoco quedará en la historia por su polémica apología de las drogas, ni por su mediática enemistad con Charly García después de un lío de faldas. Con HONESTIDAD BRUTAL, Calamaro terminaba de pagar todas sus deudas y firmaba un nuevo lenguaje impulsado por una soberbia creatividad compulsiva.

“Miré mi repertorio y me di cuenta de que era de una sencillez que no corresponde. Quería un salto de calidad, enfrentarme con el verdadero deber, llegar a un punto más importante en letras y en música—incluso persistente en la armonía vulgar— y reencontrar el oficio”, dijo sobre este periodo afiebrado de composición entre Nueva York, Madrid y Buenos Aires. “Escribía canciones con otra dinámica y usando, además de papel, un grabador que me permitiera trabajar con la música a la misma velocidad que escribía la letra. Y necesitaba un periodo de bohemia, de verdadera libertad”.

HONESTIDAD BRUTAL no solo fue el disco de rock argentino con mayor número de canciones (en realidad, Calamaro había compuesto más de cien para esta obra), sino que era la coronación definitiva de un proyecto artístico que llevaba tiempo cocinándose: desembocaba directamente del ALTA SUCIEDAD, exitoso disco solista de 1997, y llevaba impregnadas las mejores enseñanzas de BUENA SUERTE (1991), SIN DOCUMENTOS (1993) y del celebrado PALABRAS MÁS, PALABRAS MENOS (1995), con Los Rodríguez. Era 1999 y no había nada más reconfortante que escuchar algo descaradamente honesto, que hablaba sobre el amor, la fortuna perdida y la dulce condena de una vida de excesos.

Versos mínimos y directos (“Negrita”, “No tan Buenos Aires”), melancolía sincera y sentimentalmente lúdica (“Ansia en Plaza Francia”; “Son las nueve”; “No son Horas”), amores desgarrados (“Paloma”; “Aquellos Besos”; “Los Aviones”), virtuosos arranques líricos de trovador huevero (“El tren que pasa”; “Prefiero Dormir”), homenajes pendientes (“Con Abuelo”, “Maradona”; “Naranjo en Flor”), nocturnidad tóxica (“Veneno”; “El Ritmo del lunes”), y claro, algunos hits comerciales (“Cuando te conocí”, “Te quiero igual”, “La parte de adelante”) eran parte de la obra. Aunque en realidad todos estos componentes se mezclaban en cada tema. El disco vomitaba rock más allá de su ecléctica influencia de géneros (bossanova, reggae, folk, blues), al mismo tiempo que revaloraba la crudeza sentimental de un “varón tierno que solo quiere seguir de pie”.

En el HONESTIDAD BRUTAL, Calamaro parece pintar al boxeador campeón que acaba de recibir aquel derechazo de knock out definitivo: mientras cae y besa el suelo, por su mente pasan todas aquellas imágenes de lo que la derrota significa para un campeón, de todo lo que ha perdido, de todo lo que fue, de lo que amó y vivió cuando el ring estaba repleto de gloria. Y se regodea en esto. Y compone un disco brutal. Canta: No sientas ni un segundo más de lástima por mí/ que me voy a levantar/ y si te falta una imagen/ quiero que me recuerdes así/ con el viento en las velas… Pero: no te olvides que soy grande/ porque tengo multitudes que me esperan afuera/ y si te faltó ternura/ o la vida te hizo dura/ quiero que me perdones.

la dificil, la que usa el salmón

"Siempre seguí la misma dirección: la difícil, la que usa el salmón"

Pescado rebelde

Si uno agita el grueso estuche que contiene los cinco discos de EL SALMÓN es muy probable que caiga cocaína por los costados. También caerán otras drogas y la noche ubicua de un tipo casi llevado a la esquizofrenia. Pero sobre todo, caerán 103 canciones de las más de 300 que Calamaro grabó en menos de un año. Muchas leyendas de sexo, drogas y rock n’ roll se han tejido en torno al proceso de composición de este disco quíntuple. El mismo Calamaro ha contado de sus jornadas creativas de 72 horas ininterrumpidas junto a sus compinches Marcelo el Cuino Scornik y Jorge Larrosa. Con ellos consolidó el Movimiento Literario No Intelectual de los Poetas de la Zurda, cuya característica central es—según él mismo lo ha definido—“el pensamiento en movimiento”.

“Nada de lloriquear si empezaban a cantar los pajaritos. Estábamos en la gloria. La forma en que hacíamos la música tenía características tántricas, igual que mi conducta sentimental y sexual. Se cumplían todas las fantasías carnívoras de ebriedad de cualquier cosa, para después conquistar el contacto espiritual posta y no ser cómplices del suicidio del placer y la felicidad”, recuerda el músico.

Pero más allá de la anécdota, la aparición de EL SALMÓN creó desconcierto. “Los críticos habían escuchado bien los cinco CD’s, y sin embargo no me preguntaban ninguna cuestión musical, nada de melodías ni de armonías, ni las canciones, ni la antigrabación: era todo una adivinanza en torno al disco-personaje…se evitaron las verdaderas cuestiones que sí tuve en cuenta y entre las manos durante los meses de terminar el centenar-cardumen de canciones”, dijo Calamaro a la Rolling Stone.

Este desconcierto no extraña: EL SALMÓN es uno de los experimentos musicales más arriesgados de esta parte del mundo. Calamaro estaba artísticamente en otro planeta y trataba de contarnos ese viaje de manera fragmentada e incluso contradictoria (es decir, humana). El viaje del salmón es zigzagueante: oscila paranoicamente entre la euforia, la depresión, el humor corrosivo, el sentimentalismo, la decadencia y una cuota inédita de experimentación formal. A pesar de esta complejidad, los cinco discos mantienen la sencillez de las máximas del rock. Según él, “el salmón debe suponer que el río está equivocado y va en dirección contraria. De esa misma forma nos enfrentamos a nuestras propias letras y buscamos salir hacia adelante. Creo que estamos cumpliendo con la responsabilidad del rock que es no mentir. Para el salmón lo importante es la verdad”.

“All you need is pop”

Desde que se subió a un escenario con el recordado Miguel Abuelo, Calamaro siempre ha buscado que todas las luces y las musas estén de su lado. Tras un periodo de fama precoz, dejó Los Abuelos de la Nada (1982-86) para seguir una carrera solista inicialmente fallida: HOTEL CALAMARO (1984, producido por Charly García) fue mediocre. Para NADIE SALE VIVO DE AQUÍ (1987), la crítica fue elogiosa y Calamaro ya mostraba el estilo que desarrollaría en España con Los Rodríguez. Al lado de Ariel Roth, experimentó con el flamenco y la rumba, maduró como letrista y volvió a la cima de la popularidad. Ya entonces era un rock star y mostraba sin rubor su desmedida entrega y vanidad.

He leído y escuchado decenas de entrevistas que ha dado y pocas veces contesta una pregunta (o contesta demasiadas en un párrafo y de manera monológica, posesa). Varios cronistas de revistas de rock, prensa local o internacional, entrevistadores de TV despistados, o simplemente fanáticos que han tratado de robarle aquel oscuro secreto o frase iluminada, han quedado reducidos a simples escuchas de los soliloquios de un profeta o un quemado. Y como en todo, Calamaro se debate en medio de esta tensión y ambigüedad. Ya no le queda nada que probar, y lo sabe, y por lo tanto dice lo que le da la gana, aunque no tenga sentido, o aunque tenga demasiados sentidos, o suene insoportablemente arrogante. Basta escucharlo hablar sobre LA LENGUA POPULAR (2008): “Creo que mi último disco es muy poderoso. Yo puedo aceptar que se vendan copias piratas de mi disco, que uno se lo descargue gratis, que uno lo grabe y se lo regale al amigo. Pero no puedo aceptar que no esté entre los discos más vendidos. Es el público, entonces, el que tendría que ir al diván. ¿Es público de rock o qué? ¿Son freaks? ¿En qué se equivocaron? Porque yo decidí hacer mi camino hace años. Decidí ser músico”.

Esto viene de un tipo que ha estado siempre a favor de la libre circulación de música en Internet. Calamaro regaló varios temas inéditos a la web, expuestos en los sites Deep Camboya (como se llamaba su estudio de grabación casero), el “fan site” Camisetas para Todos, y en su propio sitio: http://www.calamaro.com, donde también alberga Radio Salmón Vaticano, una generosa exhibición de su música. Sobre el tema ha dicho: “Yo no entiendo cuando sale en televisión la noticia de que desmantelaron una operación importante de piratería. Para el pueblo tiene que ser una mala noticia. Es como cuando pillan un barco lleno de coca. ¿Quién se alegra por eso?”

Somos la aristocracia, de la desgracia

"Somos la aristocracia, de la desgracia"

Pero en cuanto a su vanidad, quizás la lucidez de su obra lo exculpa. Hasta la aparición del HONESTIDAD BRUTAL a nadie se le hubiera ocurrido comparar el talento de Charly García con el de Calamaro en el parnaso del rock argentino. Ya mantenían una enemistad mediática luego de que se ventilaran rumores de una supuesta infidelidad de la mujer y manager virtual de Calamaro con el rockero de medio bigote blanco. “¿Cómo mi mujer se va a acostar con él? A mí, por lo menos me quedan dientes”, dijo un hastiado Calamaro ante las provocaciones. Y Charly contestó: “Donde juegan los grandes, no juegan los chicos. Come, on!”

Por otro lado, y más allá de la anécdota, Charly era un genio disfrazado de estropajo que había atravesado décadas sin perder vigencia jamás. Convertía mágicamente en oro todo aquello que tocaba con sus dedos trémulos y su voz intoxicada. Era el primer mega rock star de esta parte del mundo y tenía oído perfecto. Era inalcanzable. Por el contrario, las canciones de Calamaro uno podía cantarlas en la ducha o rasgarlas borracho y no salían tan mal. Su talento se mostraba accesible, cercano. No parecía estar tocado por el polvo etéreo de la unicidad. Error. Calamaro había apostado por la creación de un estilo y una obra a partir de canciones sinceras y aparentemente sencillas: un discurso a largo plazo basado en la inmediatez de la hipercreatividad y la urgencia, el posmoderno caos del arte cotidiano. Ahora, no importa la canción que interprete, sea suya o no, llevará su sello. Eso es algo que muy pocos han logrado en el circo del rock.

De la luna al Luna Park

Hace dos años me tocó vivir en Buenos Aires y asistí a un concierto de Calamaro y Ariel Roth. Pocas veces he visto escenas semejantes de idolatría: más de 20 mil personas (la mayoría entre 12 y 50 años) coreaban inequívocamente—palabra por palabra— canciones compuestas en los últimos 25 años. Los recitales de Calamaro son así de afiebrados desde que regresó a la Argentina en 2005 y tocó acompañado de la Bersuit Vergarabat. El aplauso del público y los músicos del medio es unánime (CALAMARO QUERIDO! es el disco-tributo que le han hecho personajes como Joaquín Sabina, Fito Páez, Los Fabulosos Cadillacs, León Gieco, Los Auténticos Decadentes, entre otros).

EL REGRESO, TO THE MOON AND BACK (2005) es el disco en vivo que recrea su consagración definitiva en el Luna Park. Es el hijo pródigo, desbocado y genio, el Maradona del rock que volvió de una galaxia extraña y del subsuelo de las drogas para, después de algunos años de silencio, seguir cantando: EL CANTANTE (2004), TINTA ROJA (2006), EL PALACIO DE LAS FLORES (2007) Y LA LENGUA POPULAR (2008) son homenajes a la música y a la tradición.

Hace ya siete años que Andrés Calamaro es habitante de Tacuarentown—como llama a esa aldea en la que habita su generación—y sigue componiendo con la misma necesidad. Sin haber perdido aquel sentido del humor que preña incluso sus temas más atormentados, Calamaro aún es honesto: “Si vós hablás en primera persona, la gente escucha las canciones en primera persona. Para la gente, la canción es como un espejo. Para mí, es un vidrio… Soy compulsivo, benefactor de la humanidad o boludo”.//

9 comentarios

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9 Respuestas a “Andrés Calamaro: El Regreso

  1. ROBERTO

    muy buen articulo eh! y pues sere algunos de los miles ke estaran en el concert del Cap. Porrito. Desde mi humilde posicion y por cosas de edad, me siento,musicalmente, mas identificado con Andrelo…pero kien no podria sentirse asi.
    Saludos

  2. paulalonso

    Será un buen concierto sin duda, Roberto. Que lo disfruten por Lima.

  3. Dante

    Excelente, lo leí todo. Y si, todos vamos al concierto de Calamaro este 26, el solo pensar se me llena de lagrimas los ojos!.. Buena suerte

  4. veronica

    muy bueno lo leido ..con entuciasmo, alegria y paciente espera, nos vemos el 26 ya falta muy poco. gracias ..buena suerte y hasta luego

  5. Luis V

    El palacio de las flores es del 2006, salio en noviembre

  6. Pingback: Calamaro y el Indio Solari: historia de salmones « El Tóxico

  7. erica

    andres calamaro es un genio! es sin duda el rockstar mas grande de la argentina , es un dios..

  8. juancho

    ojala y meta coca de nuevo y vuelva a escupir grandeza

  9. Judith

    No soy «fan» de AC pero me se (cuak) sus canciones porque cuentan la Vida de cualquiera que haya vivido.
    Muy buena la reseña.
    P.D. : La «coca» no da sensibilidad musical al que carece de esta.

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